La madrugada era fría, los primeros rayos del sol aparecerían en cuestión de minutos y ahí estaba él sentado sobre una piedra a las afueras de su cabaña, terminando de fumar la colilla de un cigarrillo que llevaba guardada durante días en su camisa, ya que solo en ocasiones en las que llegaba a sentir ansiedad solía sacar un cigarro y fumaba parte para apaciguar ese sentir, una vez que termino por fumar tomo su fusil que se encontraba tirado al lado izquierdo de él y se levanto tranquilamente, con su mano derecha sacudió el polvo que tenía en la parte baja de su espalda y dijo -Una bella mañana se aproxima-.
Y se dispuso a caminar entre todos esos arbustos que se encontraban frente a su cabaña, como era su costumbre cada miércoles de la semana con fusil en la mano e intentando hacer el menor ruido posible al dar cada paso, para no ahuyentar cada presa posible, y así transcurrieron largos minutos antes de que pudiera vislumbrar alguna silueta que fuera d su agrado y poco a poco se iba acercando más y más al lago donde sabia que ahí era seguro que encontraría a la que sería su presa puesto que nunca había faltado el desprevenido que se encontraba bebiendo agua ahí.
En el momento justo que observo como los primeros rayos del sol empezarían a tomar fuerza y dar inicio a un nuevo día pudo ver a lo lejos una figura de un caballo, el estaba seguro que era aún una cría pues aun no poseía el tamaño adecuado como para que alguien lo cabalgara, sin embargo aún así le entro la duda de que alguien pudiera estar rondando por sus terrenos y decidió acercarse un poco más, rodeando el terreno por si era necesario flanquear a un desconocido.
Finalmente y con una agilidad que solo años de práctica de cacería le habían dejado de experiencia pudo alcanzar la distancia deseada detrás de aquella silueta en poco tiempo y sin emitir ningún sonido que pudiera alertar a nadie, se acomodo el fusil dispuesto a disparar en caso de ver algo extraño a su alrededor pero como lo había sospechado, no había nadie más que ese pequeño potro de color blanco como la misma nieve que se encontraba delicadamente bebiendo agua sin preocupaciones.
Para nuestro amigo cazador el ambiente se sentía distinto, el podía sentir como la ansiedad que sentía se iba desvaneciendo poco a poco, sentía como todos los aromas que para él ya eran comunes se reavivaban uno tras de otro, llegaban a su nariz con una fuerza sorprendente, desde el musgo que se encontraba en los arboles, hasta el olor de los lirios que se posaban en el lago y enviciado por esos aromas se dejo llevar por unos instantes para recordar un poco de su niñez y como era que aunque habían pasado años desde que había descubierto ese lago, esta era la primera vez que le sucedía algo de esta magnitud.
Decidió salir de entre los arbustos en los cuales se guarecía en caso de cualquier problema, para acercarse un poco más al potrillo de color nieve que lo tenía hipnotizado con ese color tan pulcro que parecía que entre más el sol lo iba cubriendo soltaba pequeños destellos que se reflejaban en él, y cuando estuvo tan cerca de él como para acariciar su pelaje, repentinamente el pequeño potro volteo y lo miro fijamente a los ojos.
Continuara…
